Thursday, June 29, 2006

LOS SIGNOS Y SU VALOR



¿Por qué el hombre necesita aaaaa signos?

“BENDICE ALMA MIA AL SEÑOR Y TODO MI SER A SU SANTO NOMBRE” Salmo 103
Uno de los aspectos más interesantes de la Liturgia es que no nos viene a imponer nada desde fuera, sino que viene a sacar de dentro toda la riqueza que hay en el hombre, a darle contenido y sentido a todo lo que es el hombre y su expresión en los distintos aspectos.
En el hombre existe un espacio de lo sagrado y de lo religioso, la liturgia cristiana no rompe con estos esquemas presentes en el espíritu humano, pero si que los lleva a su máxima realización, pues por la Encarnación del Hijo de Dios, todo lo humano ha sido asumido por Dios para llevarlo a la perfección del encuentro personal con él.
Antropológicamente partimos de la necesidad del hombre de comunicarse; por un lado de expresar su vivencia interior, por otro, de relación con los demás. Al ser el hombre un ser social, esta necesidad de comunicación le es algo constitutivo sin lo cual no puede llegar a desarrollarse o a vivir plenamente su identidad. La necesidad de comunicar su intimidad a los demás es el reflejo de la necesidad más profunda de sentirse integrado en un grupo social, de amar y ser amado de forma auténtica y plenificante. Esta necesidad como hemos dicho anteriormente se extiende también a la dimensión trascendente y religiosa del hombre que es el encuentro y diálogo con Dios.
En el hombre este proceso comunicativo se da por medio de signos, del lenguaje verbal y no verbal, el de las palabras y el de los símbolos.
“Los signos en la liturgia forman parte de un fenómeno religioso universal, que es el de la necesidad de mediaciones de lo sagrado, para que el hombre pueda ponerse en contacto con la divinidad. La liturgia cristiana, movida por la ley de la Encarnación asume estos medios y modos de comunicación entre Dios y los hombres.” (1) Dios no sólo asume la palabra humana y se expresa en ella; sino que ha querido necesitar del ser humano para expresarse en él.
“Los signos litúrgicos son prolongación en el tiempo de la humanidad del Hijo de Dios hecho hombre, es decir “memoria y presencia de Cristo entre nosotros”. Por eso, de la misma manera que las obras que realizaba Jesús eran signos que manifestaban la salvación de Dios en medio de los hombres, así también los gestos, palabras y acciones que integran los signos litúrgicos, manifiestan y expresan la alabanza que el hombre dirige a Dios y la santificación del hombre” (2). “Así lavar y ungir, partir el pan y compartir la copa pueden expresar la presencia santificante de Dios y la gratitud del hombre hacia su Creador” (3)
Cada gesto, palabra, signo, símbolo en la liturgia tiene un por qué y un para qué, expresan algo, la liturgia nos invita a unir nuestros gestos, las palabras al corazón, que sean expresión de lo que hay en el corazón, que sea una adoración en espíritu y en verdad, como Jesús le dice a la samaritana, o como en otro pasaje de la Biblia Dios nos pide : “ámame con los labios y el corazón”, que no tenga que decirnos :”este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (cfr. Mc7,6)
Un culto en “el espíritu y la verdad” significa que el que participa llegue a través de todas las mediaciones litúrgico-sacramentales a conectar con el verdadero sentido de la celebración, a comprender y a gustar, a llenar su mente y su corazón, a sumir como algo propio lo que se celebra. La falta de esta sintonía espiritual, de comunión, es lo que sin duda más estéril hace la celebración litúrgica y, en particular, la eucarística. Los signos son necesarios, pero no hay que olvidar que ahí mismo radica su grandeza y su miseria; tienen un gran contenido y fuerza simbólica, pero, en cuanto humanos, también son ambiguos y pueden llegar a estar vacíos. No hay que perder de vista que nuestra fe, no es una fe “cosística”, de ritos, cultos, devociones, sino una relación personal con Cristo, presente en el mundo, la historia y la Iglesia, que nos pide una comunión vital con él y la participación en su pensar y en su sentir, que se plasma en realizar su voluntad y extenderla a todos los hombres.
La Liturgia viene a favorecer como hemos dicho el encuentro de Dios con el hombre a través de gestos muchas veces sencillos, como son los gestos y símbolos de alabanza (estar de pie como expresión de alabar con todo mi ser a Dios Sal103) y súplica . El estar de rodillas como signo de súplica y en la consagración de reconocimiento de el ser creatura necesitados de salvación y de acoger en este momento esa salvación que se actualiza en el Misterio Pascual. Tiempos de silencio ( en el momento de la consagración, después de la homilía, en el momento de la comunión) para que la Palabra de Dios penetre en el corazón de los fieles, acoger la entrega de Jesús y comulgar con él. El estar sentados revela una actitud de asentimiento a la Palabra de Dios. A través de los cantos también se nos invita a alabar a Dios, tienen un verdadero valor sacramental ya que llevan al encuentro del hombre con Dios y crear un ambiente festivo con la participación de toda la asamblea.
La liturgia nos invita también a comulgar con el sentir de toda la Iglesia, a entrar en el espíritu en el que fue escrita la Palabra de Dios, así por ejemplo poder comprender la intención del salmista cuando leemos los salmos ya que a través de ellos se quiso trasmitir sentimientos de gratitud, de confianza, lamentación, alegría, etc. Son también la oración de Cristo y la oración de la Iglesia.
La oración de los fieles, que es la oración de intercesión y suplica por las necesidades de toda la Iglesia y de toda la humanidad, que nos hace sentir parte de esta familia universal .
Es un momento también donde nos reunimos en torno a la entrega de Jesús que se actualiza y nos hace sentir hermanos, sin diferencias.Esta es la invitación que nos hace la Liturgia al darnos a conocer el por qué de los gestos, signos, que se utilizan para expresar la vivencia o clima interior que debe acompañar a quienes participamos en las distintas celebraciones, de esta manera se puede hacer realidad el deseo de Jesús, “permanezcan unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros” y “ámense los unos a los otros como yo les he amado. En esto conocerán que son mis discípulos, en el amor que se tengan” (Jn 15,4-5 . Jn13,34) De esta manera la Iglesia puede ser ante el mundo signo y sacramento de unidad, y atraer a aquellos hijos de Dios que están lejos, de cada uno de nosotros depende el que creamos que de la manera como vivo, como acompaño los gestos a las palabras otros se puedan sentir atraídos hacia Dios.
(1) La liturgia, celebración a través de signos, Elementos generales de la Liturgia, Instituto Internacional de Teología a distancia, Madrid, pág17.(2) La liturgia, celebración a través de signos, Elementos generales de la Liturgia, Instituto Internacional de Teología a distancia, Madrid, pág17.(3) Catecismo de la Iglesia Católica, Nº 1148
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