Wednesday, November 29, 2006

MATERIAL PARA PREPARAR ADVIENTO Y NAVIDAD


Reflexión de Navidad 2006


María da a luz a Jesús.

por Marcelo A. Murúa


" Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio.Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria.

Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal. José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David; allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada.

Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto, y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa.

En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados.

Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»

De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: «Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia.»

Después de que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer.» Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían.

María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior.

Después los pastores regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como los ángeles se lo habían anunciado.

Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, nombre que había indicado el ángel antes de que su madre quedara embarazada.."

Lc. 2, 1-21

Al llegar a Belén para cumplir con los requisitos del censo, le llega a María el tiempo de dar a luz. El evangelio nos dice que no había lugar para ellos en el albergue, en esos días Belén estaría colmado de viajeros, y claro, quien se iba a fijar en un humilde carpintero y su esposa; resultarían insignificante entre la gente. Pero Jesús debía nacer y contar para ello con un lugar abrigado, al menos. Así es como arreglan como pueden un pesebre para que María de a luz a su hijo primogénito, lo envuelva en pañales y lo recueste junto a ella. Podemos pensar la cantidad de cosas que pasarían por el pensamiento de María en esos momentos. Entre el dolor del parto, su sorpresa y desconcierto ante las cosas de Dios. ¡ Nada menos que Dios mismo, naciendo aquí en un pesebre! Por ella no había problemas, siempre se las arreglaba en lugares humildes. Pero, Jesús, entre la paja de un establo....¡Que misterioso son los caminos de Dios! Es llamativo destacar que, apenas nacido Jesús, en María quien lo abriga y lo arropa. Pese a haber dado a luz allí mismo, no descansa de inmediato sino que su primera preocupación es que su hijo este bien. No repara en ella misma sino que atiende primero a Jesús, pese al cansancio y dolor que produce cualquier parto, más en esas condiciones. Ya desde el nacimiento, María aparece íntegramente dedicada a su Hijo. Han pasado largos meses desde aquel día en Nazareth, donde recibe el mensaje de la anunciación. Su entrega sencilla comienza a manifestarse en obras concretas.

Primero esta Jesús y su misión, todo gira en torno a él. Incluso su propia vida, libremente ofrecida para ser la madre de Dios.

Los primeros destinatarios de la buena noticia de Jesús, el Salvador, son los pastores. La posada estaría llena de gente; algunos, más importante - o por lo menos más ricos- que María y José; para ellos sí había lugar. Sin embargo, nadie en la posada, ni siquiera en la ciudad, es advertido del nacimiento ocurrido. Podemos pensar que quizás algunos lo hallan conocido, pero sin darle mas importancia que la de un simple parto. Máxime teniendo en cuenta que sus padres eran un sencillo carpintero y su mujer venidos de lejos.

Para descubrir a Jesús es necesario una actitud del corazón, no basta con los sentidos. Puede ocurrirnos, como a sus contemporáneos, que pasemos frente a él sin reconocerlo. Quienes sí descubren a Jesús son los pastores. Alejados de la ciudad pasaban la noche en vela. La noticia del nacimiento los sorprende. La luz del Señor signo de vida y novedad, los envuelve. Sienten temor, que más que miedo es respeto ante las cosas de Dios. También María había experimentado este sentimiento ante la venida del ángel. Pero la presencia de Dios no puede engendrar miedo sino alegría: No teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Los pastores, admirados, quieren comprobar por sí mismos lo que habían visto y oído. Se ponen en camino rápidamente en busca del niño. Unos a otros comentan: " Sí, sí; debemos estar atentos. La señal es un niño recién nacido, en pañales, acostado en un pesebre".

Muchos se hubieran reído ante el anuncio del ángel o, por lo menos, no hubiesen prestado atención a sus palabras. Sin embargo, los pastores, hombres pobres y sencillos, reconocen en ese mensaje la esperada llegada del Mesías. Es una gran alegría para todos, la esperanza de la liberación ha llegado. Dios no ha olvidado sus promesas. Está con nosotros. Su nombre es Jesús y ha nacido en un pesebre. Solo los pobres del lugar, los pastores de Belén, tienen conocimiento de suceso. Dios se hace hombre desde los pobres y son ellos los primeros destinatarios de su mensaje.

La pobreza del pesebre y la sencillez de un chiquito recién nacido son la señal segura que confirmará el anuncio. Cosas familiares y cotidianas que los pastores sabrán ver. Dios que nace pobre y solo, entre la paja que servía de descanso a los animales. Los pastores van a su encuentro cantando alegremente. Lo reconocen como suyo. Este es el Mesías. En el pesebre hallan a José, María y el niño. Felices los que creen que se cumplirán las promesas de Dios. Cuentan todo lo que han escuchado y se marchan alegres alabando y glorificando a Dios. Han buscado y han encontrado. Desde aquel día sus vidas serán distintas. Habrán hallado una razón para vivir. Jesús, el Salvador está entre nosotros.

Recostada aun lado de Jesús brindándole calor y refugio seguro, María observa todo lo que pasa. Escucha los relatos de los pastores y contempla sus rostros alborozados. Los deja acercar y tocar despacito a Jesús. Vuelve a mirar sus rostros y los escucha alejarse entre cantos. Todas estas cosas las guarda en el corazón y las medita silenciosa. Forman parte de su ya iniciado camino hacia el Señor. Muchas resultan todavía incomprensibles y misteriosas. Sin embargo, ya habrá tiempo para comprenderlas; mientras tanto, a seguir el camino.

Jesús nace pobre, entre los pobres. Todavía hoy a muchos le cuesta identificar al Dios en el cual han puesto sus esperanzas con este que nace humildemente en un pesebre porque no hay otro sitio para sus padres. Esta solidaridad de Dios con los que sufren, con los que viven marginados, nos interpela y desafía. Entre nosotros también existen muchos hermanos que no tienen lugar. Para ellos no hay sitios en las fabricas u oficinas, para encontrar trabajo digno; tampoco en los hospitales para atender su salud a menudo deteriorada;y cuantos niños vagan por nuestras calles sin que nadie se fije en ellos, sin lugar para ellos en las escuelas (incluso en muchas de enseñanza "católica"). En todo ellos, verdaderas multitudes en algunos países, se hace presente Jesús. Allí llega, llevado por la virgen y desde allí es dado a luz. ¿Qué significa que Jesús nazca entre los pobres?. ¿Cómo hacer de su mensaje una gran alegría para todo el pueblo?. ¿Qué hacer para que el cristianismo recupere su sentido liberador y promotor de una vida mas digna?. Todos estos interrogantes se esclarecen desde la óptica de María, la virgen fiel. Para que Jesús naciera conforme a lo que había sido anunciado, ella camina varios kilómetros hasta Belén. Una vez allí soporta el rechazo y la incomprensión, de los que teniendo, le niegan un sitio para alojarse, ¿Irá a instalarse María con Jesús en nuestros corazones si no estamos abiertos, si rechazamos también a los que necesitan?. Sin quejas, comparte la escasa comodidad del pesebre y allí da a luz a Jesús, en solidaridad con los pobres de todas las épocas. Muchas cosas no comprende pero las medita en su interior y las acepta silenciosas. A veces, la voluntad de Dios no es tan clara como quisiéramos; pero ella nos enseña a decir sí, y ponernos en camino.

Jesús nace pobre. Ellos son los primeros en reconocerlo a través de una señal que todavía hoy puede servirnos. Seguramente en nuestro tiempo no hay pesebres o por lo menos no son tan comunes como entonces. Lo importante es descubrir que Jesús sigue naciendo entre los humildes. Al margen de los grandes acontecimientos. Quizás esté en una pequeña villa o en un hospital o en un Hogar de ancianos o un instituto de menores. Nos hace falta descubrirlo y ponernos a su servicio. Para ello podemos tomar ejemplo de los pastores. Hacernos pobres con ellos, mantenernos en vigilia atenta, aprender a discernir los anuncios que Dios nos hace a diario solo desde un compromiso de vida y acción por los demás podremos hacer del evangelio una gran noticia de esperanza y alegría para todos. Es preciso cambiar el corazón, descubrir dónde está Dios y, simplemente, practicar el amor. Como María.

María, en el nacimiento, entrega lo mejor de sí, su hijo, a los hombres. Vive su maternidad con alegría y entrega fiel al plan del Padre. Comienza una larga etapa en su camino de fe, que culminará frente a la cruz en el calvario. En ese momento María entregará totalmente a su hijo, para que desde la muerte nos conduzca a la vida verdadera. Desde su nacimiento la madre irá preparando a Jesús para esa hora, e irá ella también preparándose para acompañarlo en su misión.

De la madre aprendemos a compartir lo mejor para bien de todos los hombres. Aprendemos a desprendernos de las cosas, y aún de lo que amamos para seguir los caminos de Dios y procurar realizar su voluntad. De ella tomamos fuerzas para comprometernos con nuestro pueblo, sus dolores, sufrimientos y esperanzas. En medio de él queremos gestar la venida de Jesús. De María aprendemos a dar la vida por los que nos rodean y vivir para los demás. Ella alimenta nuestro trabajo por un mundo mejor, donde brille claramente la luz de Jesús, el Salvador.

María,
Tú nos enseñas
Que Jesús nace hoy
También entre los pobres.
Tu presencia viva
Entre los que sufren
Nos estimula a dar la vida
Por Jesús y nuestro pueblo.
Enséñanos a sufrir con los que sufren
Y a esperar con los que esperan,
Y a trabajar firmemente
Por hacer de nuestro mundo
un sitio donde haya
lugar para todos,
para vivir dignamente
todos y no unos pocos. .